viernes, 22 de febrero de 2013

To the limit {8}

                              DOS SEMANAS DESPUÉS

                                       NARRA JUSTIN

-Ya esta todo.
-Gracias Justin.

Hace dos días que empezaron las vacaciones y tal como acordé con mi madre, para cuando empezara el verano nos mudaríamos, y nos ha llevado menos tiempo de lo previsto.

Subo a mi nueva habitación, es un espacio adecuado, coloco lo poco que me falta por las estanterías y en el escritorio, estiro las cortinas y me asomo a la ventana, algo parecido a una pequeña terraza. Apoyo mis codos en el borde y miro hacía mi izquierda, esta calle es más movida que en la que vivíamos antes, y la casa es mucho mejor.

                                      NARRA EMMA

Por fin libre, no más libros, no más profesores y no más encuentros con Justin, salgo de la ducha y me envuelvo en una toalla blanca, rebusco en el mueble y encuentro la crema corporal de frutas, hecho un poco por mis piernas, luego por los brazos y para acabar por el cuello. Me miro al espejo y me peino el cabello con los dedos alisándolo un poco, me lo dejo sin toalla para que se me seque más rápido y salgo a mi habitación a buscar algo que ponerme.

Abro los cajones que están bajo el armario, saco mi ropa interior y la pongo encima de la cama, vuelvo a cerrar el cajón y me pongo de pie, escucho un silvido y frunzo el ceño, ¿y eso?, giro la cabeza hacía mi ventana, el corazón se me para y noto como mis mejillas empiezan a arder y toman color, los ojos se me abren como platos.

-¡Que sorpresa!.-Dice mientras intenta aguantar la risa.
-¿Qué haces hay? ¿espiándome Bieber?
-Por favor nena, estoy de mundanza. Pero tampoco es tan mala idea.-Gira la vista hacía mis piernas.-Ya sabes, tienes que ir más tapadita por la casa.

Cierro la ventana y hecho las cortinas, mi respiración no toma control, ¿mundaza? ¿es esto una broma?, abro el armario y saco unos pitillos, una camiseta blanca sin mangas, con encajes en la espaldas y me converses, me los coloco y me recojo un moño, bajo las escaleras, mi madre está cocinando y mi padre leyendo un periódico.

-¿Es una broma?
-¿De que hablas?.-Me pregunta mi madre.
-¿Nuevos vecinos?
-Sí, se me olvido decirtelo cariño, una de las ventanas de la casa da justo a la de tu cuarto, solo por si lo quieres saber.
-Ya me he dado cuenta.-Doy media media vuelta hacía la puerta.
-¿A dónde vas?
-A buscar a Jack.-Cierro la puerta de un ligero portazo.

En 5 minutos estoy en la casa de Jack, su casa está bastante cerca de la mía y más si voy a paso ligero como he ido, llamo al timbre y tardan un poco en abrir, pero por fin su madre lo hace.

-Hola Emma cielo, ¿quieres ver a Jack?
-Sí, ¿esta por ahí?
-En su cuarto, pasa.

Sonrío como respuesta y voy hacía su habitación, agarro el pomo haciendo el amago de abrir pero algo, o una voz me lo impide.

-Nena, sabes que lo de traficar no es fácil, pero quedaremos siempre que pueda.-Escucho a través de la puerta. ¿Nena? ¿traficar?

Abro la puerta haciendo un chirrido, una chica aparta sus labios de los de Jack y hace el intento de hablar, pero se lo impido.

-¿Qué mierda es esto?
-Emma, no es lo que te imaginas cariño, podem...
-¿Qué no es lo que me imagino? ¿y que quieres que me imagines? estas con otra, ¿eso eran los asuntitos que tenías que areglar siempre verdad? y encima, ¿traficas?
-¿Has escuchado todo?
-Claro, eso es lo que te importa.-Suelto una risa irónica.-Que te delate a la gente, no vales la pena Jack, ¡no vales la pena!
-No me alces la voz.
-¿Serías capaz de pegarme?, pues venga.-Se levanta de golpe y cierra sus puños.
-No me arias más daño del que me has hecho.-Digo a penas sin voz.-Estuve ciega contigo, te creí diferente y eres igual de cabrón que todos, un gilipollas que solo quiere de las tías lo que quiere, ¡olvidame!

Salgo corriendo de la habitación, mi cara empieza a convertirse en una cascada, aumento la velocidad de mi paso a la vez que mi llanto, ¿porque a mi? ¿porque me tiene que pasar todo esto? me ha engañado todo este tiempo con esa y a saber cuantas más.

Mis piernas empiezan a temblar, no puedo seguir, me paro en un césped y apoyo mi espalda en el tronco de un gran árbol, bajo por este hasta quedar sentada en el suelto, siento rabia, pero a la vez dolor, cierro mis puños agarrando un puñado de hiervas y las arranco, las lágrimas salen solas sin parar, sin poder evitarlas.

-¡Te odio, te odio!.-Grito soltando un gruñido de coraje.
-Eso ya lo sabía.-Subo la mirada y la voy bajando a la vez que este se pone en cuclillas frente a mi y luego se sienta.
-Justin, vete por favor.
-¿Desde cuando este sitio es tuyo?
-Pues me voy yo.-Me levanto, pero me agarra del brazo y es más fuerte que yo.
-¿Mal de amores?
-Ni amores ni hostias, eso no existe.
-Algo te ha tenido que pasar, cuenta.
-Que no, que no te voy a contar mi vida privada.
-Bueno, pues sigue llorando como una tonta en vez de desahogarte hablando.-Se levanta y da un paso, pero para en seco.
-Me ha engañado, con otra. ¿Contento?
-Que cabrón.-Empiezan a salir más y más lágrimas.
-¿Pero porque a mi? ¿que le he echo yo? en lo único que le he contradecido a sido cuando se a querido pasar conmigo y le he parado lo pies, ¿los tíos pensáis solo en sexo o que?.-Digo en casi un hilo de voz, intento retener el llanto pero me es imposible, va aumentando.-¡Sois unos cabrones Justin! ¡unos cabrones!

Un impulso hace que me tire encima de Justin, escondiendo mi cara en su pecho y que su camiseta adsorba mis lágrimas, sus brazos me rodean la espalda, cierro los ojos con fuerza, lo único que necesito es oscuridad y llorar sin escucharme a mi misma.



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