jueves, 3 de octubre de 2013

To the limit {36}

Abrí el ojo derecho, luego el izquierdo, y volví a cerrar los dos. Bostecé y por fin empezaron a despegarse los dos a la vez. Tuve que achinarlos por tímida luz que había en la habitación, las velas estaban apagadas pero aun desprendían olor, un cuerpo se movió debajo de mi brazo derecho, mi cabeza. y mi pierna derecha.

Estaba en un profundo sueño, de repente, volví a recordar la noche de ayer. Besos, caricias, hicimos el amor, y fue tan increíble... No tengo dudas de que con Justin es la persona que quiero pasar mis días. Sé que somos jovenes para hablar de un futuro, pero muchas veces este amor es más verdadero que el de "adultos", a parte de que Justin, ya lo era.

-Justin...-Dije en voz baja, susurrándole en el oído. Pero al ver que no se despertaba tuve que subir el tono.-Justin...

Esto es imposible, sé que no se va a despertar aun que la casa se caíga abajo. Suspiré e hice el amago de separarme, pero me retenieron por mi cintura.

-¿No estabas dormido?
-Lo estoy.
-Pues te dejo dormir.-Hice el mismo gesto que antes, con el mismo resultado. Sus manos aferradas a mi cintura.

Solo que esta vez caí encima de él. Reímos, ya que casi me caigo por el otro lado de la cama. Soy yo la que me acerco a darle los "Buenos días" a mi manera, con un beso suave, fugaz, sin lengua, virgen, con mágia.

-Buenos días, princesa.
-Oh, que romántico.-Se elevó de hombros como respuesta, volví a soltar una risa casi sin sonido.
-Buenos días, cariño. 
-¿Qué quieres hacer hoy?.-Me paré a pensar su pregunta, pero no más de dos veces.
-Estar contigo. 
-Me parece un buen plan, ¿Y que tal si lo empezamos por un paseo por la playa, y luego un desayuno casero?
-Me gusta la idea.

Me aparté para que se levantará, pero antes de hacerlo, se colocó los boxers.

-Te espero a fuera, ¿Vale?

Asentí y seguido salió de la habitación con una sonrisa en su rostro, y dejándome a mi con otra.

Como pude me quite la sabana liada en mi cuerpo y me puse en pie, tocándo el frío suelo de madera. Sentí un ligero dolor en mi entrepierna, maldecí para mis adentros e intenté no recordarlo, para que se pasara más rápido.  Una brisa me produjo escalofríos, ya mismo llegaba el otoño, el frío, el instituto.

Cogí mis braguitas negras del suelo y me las puse, luego, rebusqué por la maleta de Justin y saqué una camiseta suya gris clara, que ponia en un tono más oscuro "Los Angeles", en unas letras muy bonitas. Espero que no le importé que la haya cogido.

Me la coloqué, me sentía el cuerpo diminuto con ella puesta. Me queda bastante ancha, pero me gusta, me vale de vestido, aun que se ve un poco mi ropa interior.

Salí de la habitación y me fui hasta la puerta del fondo, suponiendo que era el baño. Y efectivamente, no me equivoqué. Cogí una toallita mojada y me quité los restos de maquillaje, ¿En serio he tenido este aspecto? No sé como Justin no ha huido de mi. Con las manos me repaso el pelo "quitándome" los enredos, consigo un buen resultado por suerte.

Salgo del baño, y bajo las escaleras hasta el salón. Esta sentado en el sofá mirándo la TV apagada, y con unos jeans negros, sin camiseta.

-Espero que no te importe que te haya cogido esto.-Digo señalando la parte superior que llevo puesta. Me mira de arriba a bajo, hasta se muerde el labio inferior.
-Te queda a ti mejor que a mi.-Dice por fin poniéndose en pie y acercándose a una mesita.

Se guarda en el bolsillo el móvil y unos oriculares pequeños.

-¿Necesitas oriculares para dar un paseo por la playa? 
-Ya lo veras.

Me elevo de hombros, él sabrá.

Me voy hacía la puerta, Justin me sigue detrás. Para mi sorpresa no ha salido el Sol del todo, pero hay claridad. El cielo esta despejado, sin ninguna nube, todabía se puede ver la luna desbanecida en un estremo, cada vez es menos visible.

Hace un poco de frío, la arena de la playa esta fría, el ruido del mar nos relaja a ambos, lo puedo sentir. Esto es el paraíso. Pienso como sería todo si viviera aquí eternamente.

-¿Te duele?.-Me preguntó directo, sabía a lo que se refería.
-Cuando me he levantado ni te imaginas, ahora menos.
-Normal nena.-Soltó una carcajada.-Si no parecía tu primera vez.

Me puse como un tomate, las mejillas me ardían.

-Aquí.-Me sobresalté al escuchar ese "aquí" tan decidido.

Apenas habíamos andado unos pasos cerca de la orilla.

-¿Qué tramas, Bieber?
-Bailar.

Reí sonoramente, pero él no parecía hacerle mucha gracia, ¿En serio?

-¿Estas de coña? 
-No.-Sacó sus oriculares de su bolsillo, se acercó y me coloco uno, y él se colocó el otro.-¿Quiéres bailar conmigo?
-Justin, yo no sé bailar. Y menos este tipo de bailes.

Se volvió a acercar sin decir más nada. Me agarró suavemente las manos y las colocó en su cuello, luego posó sus manos en mi cintura y en un abrir y cerrar de ojos empezó a sonar unas de mis canciones favoritas por el pequeño oricular negro que tenía en la oreja.

La letra de Forever Young empezaba a aparecer en mi mente, ¿Cómo sabía que me gustaba esta canción? Cuando me fui a dar cuenta, estaba moviendome, o haciéndo el intento de bailar. Las olas chocando con unas piedras oscuras que había a unos metros de nosotros, unos largos metros, sonaban fuertes. Pero nuestros corazones les hacía competencía, el mío parecía una locomotora y creo que hasta se escuchaba. De la boca de Justin empezó a salir un trozo de la canción, parećia que estaban cantando los mismísimos ángeles. Su voz era tan... Dulce, y sexy a la vez. Una mezcla perfecta.

-Forever young, I want to be, forever young, do you really want to live forever? forever, you'll never...
-Forever young, I want to be, forever young, do you really want to live forever? forever young.-Le seguí yo.

-Tienes una voz muy bonita. 
-Tú también.

Me estiré quedando agarrada solo en su mano derecha, luego dando vueltas me lié en sus brazos, quedando a espaldas de él. Seguido Justin hizó que girara sobre sí misma, hasta volver a quedar cara a cara con él.

Apoyé mi cabeza en su pecho, y seguimos bailando casi abrazados. Me acomodé más de una vez el pequeño artavoz de donde salía esa maravillosa canción en mi oreja.

Volvió a repetir el estribillo, lo tendría toda una vida cantándome al oído.

Hizo que diera otra vuelta, no pude evitar derramar una lágrima, tal vez dos, pero no más. Lágrimas de felicidad, de satisfacción por saber que esto era verdad. Justin las notó, yo le sonreí y esta vez el que se encargó de secarme la cara fue el viento.

Él Sol ya había salido, pero no deslumbraba ni te abrasaba, estaba perfecto. 

Cuando ya no había letra, solo música y señal de que la canción acababa, se curvó hacía delante e hizo que yo lo hiciera hacía atrás, levanté la pierna izquierda insconcientemente, y finalizó la canción. En vez de recuperar nuestra postura normal, acabamos tumbados en la arena, él arriba mía. Y empezamos a besarnos, y a acariciarnos, a producir electricidad de ambos cuerpos.

                                   NARRA JUSTIN

La besé sin compasión alguna, podría tener un orgasmo ahora mismo y allí mismo con solo tenerla así vestida y de bajo. Es ella la que introduce su lengua en mi boca y pone su manos en mi nuca para pegarme más a su cuerpo. Lo consigue. Mi colega empieza a saludar. Ella la nota y suelta un gemido ahogado, eso hace que me ponga más y mi erección se eleve otros centímetros. Me empiezo a quedar sin oxigeno, y ella también, lo sé por nuestras respiraciónes que no tienen un ritmo controlado. Nos separamos y quedamos engachados a nuestros ojos, cruzando miradas. Me acerco por última vez para moderle el labio inferior y dejarla con ansias, ya que empieza a refrescar y yo estoy sin camisa.

-Necesitas una ducha Bieber. 
-Tu también Sweet.

Me levanté y le tendí la mano que con gusto acepto, y ayudé a que se pusiera en pie. Ambos llegamos a la casa en nada de tiempo, ya que no habíamos andado mucho trayecto. Me quedé observando sus piernas, le costaba un poco andar, no pude evitar soltar una carcajada y ella sabía a que venia, elevó una ceja y me sacó el dedo corazón.

-Voy a tener que enseñarle modales, eso no le hace a un novio. 
-Un novio no se ríe de su novia. 
-Sabes que no lo hacía en serio, ¡Es que andas muy gracioso! 
-¡Pues tu culpa es! 
-Lo sé.-Reímos ambos, era inevitable. 

Subió a ducharse, mientras tanto yo busqué algo de ropa. Unos jeans por las rodillas, de parte superior busqué algo propio del lugar donde estabamos. Una camiseta de tirantes ancha, de color rojo y en letras oscura tenía escrito "California". Rebusqué por otra parte de la maleta y cogí unos boxers. Coloqué todo en la cama y esperé echado en ella que Emma terminara. Ay Drew, en tan poco tiempo esta chica te ha vuelto majara, te la llevado a Marte y traído de nuevo en una milésima de segundo. Pero como dice mi madre, y creo que casi todas: En el corazón no se manda. 

                                NARRA EMMA

Después de habernos duchado ambos, nos fuimos a la cocina, a intentar hacer el desayuno.

-¿Cuántos días estaremos aquí? 
-Hasta el lunes. 
-¡Pero si ya es sábado! Que poco tiempo. 
-Se lo prometí a tu madre.

Resoplé y me resigné.

-¿Qué quieres desayunar? 
-¿Qué hay? 
-De lo que quieras, llené la nevera.-Me acerqué a esta y le eché una ojeada.
-¡Tortitas! -Respondí rápido y saqué de la nevera el sirope de caramelo.

Justin puso a calentar el aceite en la pequeña sartén, donde cabía solo una tortita. Mientras tanto, se colocó un delantar verde, me hace mucha gracia verlo así. Rebusqué por los muebles hasta que encontré la masa de tortitas, las puse en la encimera junto con el sirope, nada más verla Justin se dispuso a hacerlas. Volví a la nevera, saqué un tetrabrick de zumo de piña, me movía en esta cocina como si fuera la de mi casa.

-¿Y los cubiertos? 
-En el cajón de allí.-Me señaló justo el de alado del horno.-Y arriba los platos y vasos.-Señaló un mueble.

Asentí. Saqué dos platos blancos y dos vasos de cristal. Lo coloqué todo de nuevo en la encimera, vertí zumo en cada uno de los vasos y volví a poner el cartón en su sitio. Justin ya había hecho las cuatro tortitas, dos en cada plato. Mientras él recogia algunas cosas más yo le eché el caramelo por encima. Me humedecí los labios solo de la pinta que tenía.
-Tú y yo llevariamos bien una casa. 
-Sí, claro.-Vacilé.-Y luego lo haría yo todo. 
-¡Eh! Que soy un manitas. 
-No lo dudo.-Volví a vacilar.

Cogí dos cuchillos y dos tenedores, ya que manchaba mucho para coger las tortitas con el caramelo con las manos. Nos sentamos en unas banquetas en la misma encimera y comenzamos a comer. Corté un pedazo y me lo llevé a la boca, estaban bastante ricas.

-¿Y? ¿Cómo me salieron? 
-Muy ricas. 
-Lo sabía.

Reí mientras tomaba un sorbo de mi zumo. Creído, no ha cambiado nada desde que lo conocí. Bueno, puede que un poco, pero también aprendí a conocerlo yo.

-Nena. 
-¿Ajá?.-Dije terminando de comer la primera tortita. -Queda menos de un mes para que empiece las clases. 
-Lo sé.

Nos invadió un silencio incomodo. Tenia miedo a que las cosas cambiaran.

-¿Por qué no te haces capitana de las animadoras del grupo de baloncesto? 
-¿Estás de coña?.-Carcajeé fuerte.-¿Pero que dices? -Yo soy el capitan del grupo de baloncesto, si tu quieres, puedes serlo de las animadoras. 
-No, ni pensarlo. 
-Tienes tiempo aun de pensartelo.
-Ya te digo yo que no. 
-Eres una cabezona. ¿Por qué no? 
-Me da vergüenza, y seguro que Lotte y sus "amiguitas" se apuntan. 
-Pero tú mandaras en ellas. 
-No, paso. -Emma... 
-Esta bien. Me lo pensaré, pero ya sabes lo que pienso.

 Acabó la conversación en un suspiro.

El resto de la mañana transcurrió rápida. El desayuno lo acabamos entre bromas y besos. El resto... No hay mucho que contar. Un paseo por la playa, nos dimos algún que otro baño, tomamos el sol y comimos sentados en la orilla. Se puede decir que fue una mañana perfecta. La tarde fue más lenta, tuvimos que andar hasta la casa donde estaban los chicos y las chicas quedandose, pasamos toda la tarde allí. La casa era más grande, blanca por fuera y por dentro, muy espaciosa ya que tenía pocos muebles. Brit no paraba de chillarle a Ryan, ya que decía que era un caso perdido porque le había tirado el almuerzo encima, sin querer, obvio. Aly y Chaz solo reían al igual que Justin y yo. Katy y Logan estaban abrazados en un sillón a parte, se veían tan monos... Marie y Chris, otro caso perdido. Ella le estaba dando clases de cocina a él. Al parecer, cocinar lo hicieron ellas, y lo de fregar los chicos.

                      9:30 DE LA NOCHE.  

-¿Qué película vemos? 
-Gru, mi villano favorito. 
-Ni en broma.-Le espeté. -Con lo monos que son. 
-No te lo niego. Pero vamos a ver... 
-No me lo digas, ¿Tres metros sobre el cielo?

-Esa es la única que me he traido. Pero si quieres buscar alguna en la telev...-No me dejó acabar. 
-Voy a preparar las palomitas anda, ve preparando el DVD.

Asentí como una niña pequeña. Adoro esa película, sé que ya esta un poco vista, pero aun así me tiene enamorada. Me dispongo a meter el CD, eso lo consigo con facilidad. Luego le doy al botón de "Play", que por cierto me ha costado encontrarlo. Justin esta muy comprensivo, no parece él. Y eso me preocupa, pero a la vez me gusta.

Hace frío. Me voy a buscar a Justin a la cocina, da un pequeño bote porque se ha quemado el dedo, ha dejado demasiado tiempo las palomitas en el microondas.

-Yo las hago, mientras tanto.-Digo entrando a la cocina.-Baja una manta, tengo frío. 
-Pero antes, un beso. 
-Tú solo quieres besos, ¿No? 
-Sí.

No pude lanzarme yo. De eso ya se encargó él. Me besó. Lo besé. Hasta llegó al punto que me apoyó en la encimera. Lo besé de nuevo con pasión, con ganas de más. Sus labios, sus carnosos labios estaban echo para los mios. Mis ojos estaban echos para mirar a los suyos. Y yo... Yo estaba echa para él, y él para mi.

-Eres una fierecilla. 
-Soy muchas cosas. 
-¿Me falta descrubrir alguna más? 
-Tal vez, cada día aprendo algo nuevo. Y tú deberías aprender a hacer palomitas 

Lo aparté dejándole con ganas de mas y dejé que que se fuera mordiéndose su labio inferior. A mi me dejo con una estúpida sonrisa de oreja a oreja. Vamos Emma, baja de la luna. Hay que hacer palomitas. Cogí la bolsita de máiz y la puse a calentar. La puse 5 min y exactamente, a los 5 minutos ya estaban listas. Las eché en un bol y le añadí un poco de mantequilla y sal. Saqué de la nevera dos refrescos y junto a las demás cosas lo llevé todo al salón, Justin ya estaba tumbado en el sofá, sin camisa y eso consiguió dejarme sin oxigeno. Le di de nuevo al "Play" del DVD y me recosté junto con él y nos cubrimos con una fina manta oscura.

 

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