viernes, 30 de agosto de 2013

To the limit {33}

En toda la tarde preferí no preocupar a Brit y no contarle nada.  Me pilló sentada en su cama con la mente en otro sitio por la llamada. Por mucho que insistió le dije que mi madre se estaba pensando lo de dejarme ir a la acampada mañana. Sé que no se lo creyó. Pero se conformó con eso.

Suspiro antes de meter la llave en la cerradura de mi casa, son las 9 y acabo de llegar. Meto la llave, giro el pomo de la puerta y por fin en casa, estoy reventada y mañana durante toda la mañana a hacer maletas.

-Ya estoy en casa.-Digo desganada.
-Hola cariño.-Mi madre se acerca y me da un beso en la frente.-¿Vas a cenar?
-No tengo hambre mamá, pero gracias. Voy a descansar.

No esperé a que me contestara y me subí a mi habitación, arrastrando los pies. Cada tramo de escaleras que subía, un bostezo. Esto no era normal.

El primo de Brit me hizo tirarme tromecientas mil veces a la piscina de un salto, y otras tropecientas mil que lo tirara yo a él. Y no doy para más. Los día como hoy me dejan muerta.

Abrí la puerta de mi habitación, dejé el bolso que me llevé a casa de Brit sobre la cama y me adentré en el baño. Abrí el grifo de la ducha y esperé a que el agua se pusiera tibia. Mientras tanto me fui quitando la ropa poco a poco, gracias a mi flojera. Una vez en ropa interior me desabroché el brasier y dejé que cayera con delicabeza. Luego me quite la braguita y una vez totalmente desnuda me miré al espejo, Me solté el moño dejando mi pelo castaño revuelto. Volví a mirar mi cuerpo, he engordado.

El ruido del agua me sacó de mis pensamientos, tenia pinta de haber llegado ya a la temperatura ideal. Me acerqué poniéndome en cuclillas mirando como las pequeñas gotitas artificiales se iban por el desagüe. Pasé la mano y tal como dije antes, estaba ideal.

Metí el pie derecho, luego el izquierdo, hasta que me encontré dentro de la ducha.

Me metí debajo mojándome de arriba a bajo, eché la cabeza hacía atrás, cerré los ojos despacio y dejé que el agua cayera por mi cara, todos los problemas se iban a las vez que las gotitas desaparecían.

Pensé en la llamada de Jack, si conoce a Justin, no creo que le mande mensajes ni lo llame. Y espero que suceda así.

Mientras pensaba me enjaboné el pelo. y hasta me dio tiempo de aclararmelo. Hice el mismo proceso con mi cuerpo, sólo que con mi típico gel de coco, a diferencia de mi pelo, que este lo labo con champú de frutas silvestres y tropicales.

Antes de aclararme el pelo me eché crema en las puntas, y mientras reposaba volví a meterme bajo la ducha. Mayormente estoy de espaldas, ya que me gusta que me caiga el agua en la nuca, eso me relaja.

Terminé con todo, y cuando pensaba estar un tiempo más mirando las musarañas mientras el agua me reconfortaba un ruido que vino de mi cuarto me extrañó. No porque fuera un ruido, porque se podría haber caído cualquier cosa. Si no porqué sonó como un golpe.

Salí, me envolví en una toalla y tiré mis prendas en la cestita de la ropa sucia y en una décima de segundo limpié el baño. Me llevé el brazo a la nariz, no olía mucho a coco, solo un poco. Pero mayormente era a limpio. Luego hice el mismo proceso con mi pelo, este si olía bastante a frutas, como siempre.

Como casi siempre, no he cogido ropa. Salí del baño para adentrarme en mi habitación. Me sujeté bien la toalla metiendo uno de los extremos en la parte que estaba liada en mi cuerpo, mientras caminaba me peinaba el cabello con los dedos, haciendo que mis ondulaciones se dieran a notar.


Entré y lo primero que vi fue la ventana abierta, noté un escalofríos, y no se movía ni una hoja. Era por el miedo.

Miré a todas direcciones inspeccionándolo todo. No había nadie. Eso me alivió. Si hubieran entrado alguien mis padres se hubiera dado cuenta, no son tontos.

Cogí velocidad para cerrar la puerta, pero por mi penoso descuido de correr me tropecé con algo, haciendo que cayera de redondo contra el suelo. Por suerte mis manos amortiguaron algo el golpe.

-Aush.-Me quejé llevando mi tobillo más cerca de mi.

Pude ver el causante de mi caída. Mejor dicho, la causante. Una caja morada, de tapadera blanca y en una esquina, un lacito morado. Sobre la tapadera blanca una carta, del mismo morado que el lazo y la parte inferior del paquete. En ella se podía leer escrito "Emma".

Tragué saliva sonoramente y me acerqué a la caja, poniéndola sobre mis piernas. El suelo estaba frío, ya que yo iba medio desnuda gracias a la toalla, pero un así seguí sentada en este.

Aparté el sobre y abrí la caja, no podría creer lo que veían mis ojos. Saqué de allí un precioso vestido largo, del pecho para arriba era negro, con escote de forma de corazón y de la parte de la espalda salían un tirante negro, cogido al cuello. Justo abajo del pecho una franja de piedras, imitando a un cinturón. Ese detalle me anamoraba, pero más el gesto del vestido y la carta, que por cierto, tengo que leerla.

Mirando de nuevo el vestido, esta ves justo debajo de el detalle de piedras preciosas, todo lo siguiente era rosa pálido, pero se notaba que era rosa. Tenía un poco de vuelo, pero nada exagerado. Era de ensueño, yo aun seguía con la boca abierta, casi se me caía la baba solo de observarlo.

Me acordé de la carta, la parte más importante. Volví a leer ese "Emma" y por fin, la abrí. Del sobre morado saqué una tarjeta blanca.

¿Para qué quiero drogarme si te tengo a ti? La única persona que me ha enseñado a ir al límite por el lado bueno.
By: JB

Me levante del suelo como una niña pequeña, salté a la cama tirándome en ella y empecé a dar vueltas, con una sonrisa en la cara. No sé lo que pronuncié seguido, suspiré, me ríe, salió una lágrima de felicidad y volví a suspirar.

                                 AL DÍA SIGUIENTE

Después de que mis padres me dieran permiso para ir, recibí un mensaje inesperado de Brit.

"Cielo, ¡Preparate para esta noche! Recuerda la fiesta sorpresa, ¡Ponte guapa!

No puedo recordarla, porque solo me dijo acampada. Pero nada de fiesta. Entonces las piezas encajaban. El vestido de anoche, es para la fiesta de hoy.

Supuse que tendría que arreglarme mínimo media hora antes, así que empecé a hacer maletas.

Saqué de arriba del armario una morada con ruedas, empecé a meter ropa. Dos bikinis, camisetas sencillas y algunas con dibujos o frases escritas, un par de pantalones cortos y uno largo, ropa interior, y un vestido negro pegado al cuerpo, un par de pijamas, en una esquina unas Vans y unas Converse, en un neceser pinturas, toallitas, y todas las cosas que pensé que me harían falta. Y por último, mi cámara de fotos y mi móvil.

Deslicé la cremallera, maleta echa. He tardado menos de lo que me esperaba. Me sobresalté gracias a los golpecitos en mi puerta.

-¡Adelante!
-Cariño.-Era mi madre.-¿Ya tienes las maletas listas?
-Sí, solo me hizo falta una.-Le señalé la morada que había sobre mi cama.-Vamos a hacerle una fiesta a Marie, tengo que ir "arreglada". Así que, no te asustes si me ves bajar con un vestido y parezco una foca.
-Cariño, no estas gorda.
-Sí lo estoy mamá.
-Eres tan cabezona.

Me encogí de hombros y seguido salió de la habitación.

 Aun tenía tiempo de sobra, así que me bajé a ver la TV, ¿Tenía algo mejor que hacer?

Solté algún que otro suspiro en cada cambio de canales, no podía estar quieta. Los nervios me comían.

Pero a veces no hace falta ruido para entrenerte, o ver algo. Apago el televisor, y simplemente me tumbo en el sofá, acariciándome la barriga.

Cierro los ojos, y este es uno de esos momentos que te paras a pensar las cosas porque no tienes nada que hacer, pero las piensas para pasar el rato y te das cuenta de que hay que valorarlas más.

Yo en este momento pienso en su sonrisa, en el dorado de sus ojos que me vuelven loca, en sus besos que hacen magia. En como si tu vida dependiera de ello, el tacto de la yema de sus dedos nada más rozarme. Esas pequeñas cosas provocan grandes sentimientos, entre ellos el amor.

Amor... Siempre le dí ironía a esta palabra, o casi siempre. En dos meses una persona no se enamora, dos personas que se odian no se pueden enamorar en tan poco tiempo. Pero como dice en una de mis películas favoritas: Lo improbable puede ser incluso, probable.

Y nosotros somos ese caso, el de "Del amor al odio hay un paso" y el de "Los polos opuestos son difíciles de separar" y es que tu fuiste el único que me llevaste al límite, y aquí me tienes, dos meses han sido lo suficiente para enamorarme de ti.
 

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